Milton Erickson

“Nos hemos convertido en una raza de mirones” es una frase demoledora de Stella, la enfermera, en la película de Alfred Hitchock La Ventana Indiscreta.

¿La recuerdan? Un famoso fotógrafo sufre un accidente de tráfico y le escayolan una pierna. Esto hace que el aburrimiento le lleve a pasar todo el tiempo observando a sus vecinos a través de la ventana.

Un hombre debido a su eventual inmovilidad decide espiar a sus vecinos durante días a toda hora. Piénsenlo.

“Su hijo sufre una poliomielitis. Es una enfermedad infecciosa que afecta sobre todo al sistema nervioso destruyendo las neuronas motoras. Es muy grave, no vivirá mucho”.

 Hablaba el Doctor a la madre de Milton H. Erickson a los 17 años.

“No mamá, ahí no. Aparta eso y mueve la cama. Quiero ver a través de la ventana”.

 Esto le repetía a su madre Milton Erickson una y otra vez para poder observar lo que acontecía en la calle desde la cama en que estaba postrado.

L.B.Jefferies, el famoso fotógrafo de la película observaba a sus vecinos durante horas viendo lo que hacían con la única finalidad de matar el aburrimiento y cubrir la curiosidad.

Alfred Hitchock, el director del film, inicia la trama con un plano donde observamos una ventana abriéndose y seguido otro plano secuencia haciendo detalle a las personas que ocupan los departamentos. Focalizando de este modo la intención de la película. Ver que hacen los demás, sin más.

Milton Erickson miraba por la ventana, observaba como jugaban los chicos, analizaba cada uno de los movimientos. ¿Con qué fin? Superar su poliomielitis.

Aquí tenemos la diferencia.

Erickson llegó a quedar parapléjico y estuvo mucho tiempo en silla de ruedas. Miraba a través de la ventana y observaba como aprendía a andar su hermana. De esta forma consiguió dar una y otra vez órdenes a su sistema nervioso hasta volver a andar.

Erickson está considerado el mejor y más grande hipnotista de la historia. Cursó estudios de psicología y medicina.  Es el padre de la Hipnosis Ericksoniana. Fue apodado “Emperador de la Hipnosis”.

Ambos miraban por la ventana. El primero focaliza sus horas y su observación en los demás con el objetivo de ver qué hacen pero sin finalidad más allá de la curiosidad o el puro vouyerismo.

El segundo busca soluciones y mejoras a un problema personal y lo busca como y donde puede. Está postrado.

¿Dónde ponemos nosotros nuestra mirada cuando nos asomamos a una ventana? ¿La ventana de la curiosidad o la ventana del enriquecimiento?

Erickson llega a la conclusión de que todo lo que las personas necesitamos lo tenemos dentro. La solución a nuestros problemas o el mejor desarrollo está en cada uno de nosotros. Todas las experiencias desde que nacemos dejan un poso en nosotros para bien o para mal. Y el mayor porcentaje de ese saber se cobija en el inconsciente. El inconsciente es el depósito de numerosos recursos personales.

La brillantez de Erickson radica en la utilización de la hipnosis y sobre todo del lenguaje hipnótico para llegar a ese inconsciente y que éste nos escuche. La mente inconsciente es nuestro mejor amigo, ese amigo al que no hacemos caso o del que ignoramos su existencia.

Milton Erickson hizo algo increíble. Erickson consiguió volver a andar poniendo el foco en lo que él necesitaba, centrando la mirada en la esencia de uno mismo para habilitar los recursos que ya tenía acumulados. 

El aprendizaje tiene un momento de ebullición y otro de olvido, el crecimiento personal se produce cuando somos capaces de recordar lo aprendido y hacerlo valer en nuestro beneficio.

Ocurre que las experiencias desde que nacemos nos marcan para bien o para mal. Todo aquello que vivimos nos deja huella, y la mayoría en el inconsciente. Pero cómo nos comunicamos con nuestro inconsciente para poder usar todo ese tesoro escondido.

Cada vez que cerramos una ventana indiscreta y abrimos una  ventana de interior estamos acercándonos a él.

El primer paso es abrir siempre la ventana para mirar por el desarrollo y  no por la curiosidad, lo segundo, ahora que sabemos que mucho de lo que miramos se va al inconsciente, es saber sacarlo de allí. Y eso es lo que hizo Milton Erickson. Aprendió a hablar con esa parte de nosotros donde se acumula aquello que conocemos pero que no sabemos que lo tenemos.

Nos ayuda aquello que sabemos, nos perjudica aquello que creemos que sabemos y desconocemos, y por ende, nos minusvalora aquello que conocemos y que no sabemos que lo tenemos.

En el inconsciente acumulamos toda la experiencia pasada pero no sabemos como llegar a ella, ya que está en un plano desconocido.

Milton Erickson utilizó la hipnosis para conseguir el estado en que el inconsciente está receptivo y entonces le habló.

Usted no necesita llegar a esto, pero si puede adaptar lo que Erickson utilizó en sus terapias para acercarse a su inconsciente.

Coloque en su mente una situación que desee solucionar, una cuestión que tenga en estos momentos pendiente de resolver y que no le encuentre salida.  Busque un momento tranquilo, un espacio de paz, un tiempo para relajarse donde nadie le moleste. Sienta como su cuerpo se deja caer sobre el sillón, sienta como se relaja, empezando por los pies, siguiendo por las piernas, su vientre, los hombros, las manos, los brazos, llegando a sus ojos cerrados que pesan como si no pudieran abrirse. Sienta todo lentamente. Ahora verbalice mentalmente la cuestión que le ocupa sin buscar nada, hágalo varias veces, solo enúnciela de forma objetiva. Recuerde con calma situaciones del pasado positivas, agradables, desafíos resueltos con éxito. Contémplelos como mero espectador. Siga relajado, observe como baja su ritmo cardiaco y su respiración se ralentiza. En este momento háblele a su inconsciente sin límites, sin barreras y con mucha confianza. En positivo, generando ilusión. Cualquier sonido exterior le es agradable, le acompaña, le ayuda a entrar en trance. Su cuerpo está totalmente relajado.

Ahora localice en su mente una situación del pasado donde fue  protagonista, donde el éxito, la inspiración y el desarrollo de lo que allí paso fue grato y satisfactorio. Deje que su mente inconsciente vaya de un lado a otro y encuentre lo que desea, la solución que busca. Confíe.

En ese momento está hablando con su mente inconsciente y ella le va a descubrir conocimientos y habilidades que no sabía que tenía, y con calma observará y recordará todo lo que su inconsciente le quiere mostrar.

No necesita buscar, solo necesita relajarse y dejar que su baúl de conocimientos ponga a su disposición la habilidad que necesita para resolver la situación que le ocupa.

Si tiene una cuestión que resolver, un reto que vencer o algún problema que solucionar. Piense en ello. Y entonces busque el momento de relajación, de descanso, hágalo siguiendo estas pautas, y deje que le hable su inconsciente.

Hágalo, una y otra vez, cada vez que lo necesite.

Está hablando con la experiencia acumulada que no tiene en la memoria, está tocando a la puerta de todos los poderes naturales que no utiliza y que debe aprovechar.

¿Por qué hacer esto? Estamos aquí para aprender y para usar todas aquellas herramientas que nos faciliten la vida. Abrimos demasiadas ventanas y la mayoría indiscretas. Tal vez debiéramos mirarnos más a los espejos y abrir las ventanas que dan al interior,  las que nos conducen a nuestro propio conocimiento, recordando, viendo y analizando todo aquello que es ya experiencia y que hemos denostado por olvido, descuido y por mirar a través de la ventana al prójimo.

En una cultura en al que se habla y se habla y no se dice nada, igualmente se mira y se mira pero no se ve nada.

Mi principal deseo con esta publicación de Erickson es que seamos capaces de tomar consciencia de que tenemos que ocuparnos de crecer, y que muchas veces buscamos fuera de nosotros lo que tenemos dentro porque la experiencia lo ha depositado en una parte con la que no sabemos hablar. Esto nos puede acercar a ella. Y sobre todo observemos cual es el objetivo de nuestra mirada al asomarnos por la ventana.

¿Curiosidad o crecimiento? ¿La ventana de Hitchock o la ventana de Erickson?

Les deseo lo mejor a todos y cada uno de ustedes!!!