Salvador Dalí

Su figura, la de un genio.

Su método, el paranoico-crítico.

Su vida la de un loco.

Su obra única.

Su legado maravilloso.

Su nombre: Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domenèch.

Hace años cayó en mis manos un regalo magnífico y desconcertante,“Salvador Dalí: Obra Completa, Textos Autobiográficos. (Volumen I y II)”.

Cada día no sabía si dejar de leer o descubrir cuál sería la siguiente idea de este iluminado.

Algunas de sus anécdotas e historias resumen quién fue Salvador Dalí:

  • Le pusieron el nombre de su hermano, fallecido poco antes de que él naciera. Este hecho le marcó durante toda la vida.
  • Fue expulsado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por manifestar que no había nadie en condiciones de poder examinarlo.
  • Su bigote se debe a su admiración por Velázquez.
  • Fue el creador del logo de Chupa Chups.
  • Colaboró con Walt Disney en la película “Destino”.
  • Realizó el diseño de una falla de Valencia “La corrida de los toros surrealistas”.
  • Colaboró con Luis Buñuel en el cortometraje “Un perro andaluz”.
  • Obsesionado por la interpretación de los sueños tras leer las obras completas de Sigmund Freud, acabó trasladando sus teorías a todo lo que pasaba a su alrededor, por más casual que pareciera.
  • Le encantaba jugar al futbol.
  • Cuentan que cuando iba a comer, pagaba firmando por detrás sus talones bancarios, añadiendo un dibujo. El dueño del restaurante no solía cobrar el talón.

ANDWHAT!!!

“Hablen de Dalí, aunque sea para bien”.

¿Qué pasa por la cabeza de alguien capaz de decir esta frase? ¿Es  egocéntrico, un arrogante o es sencillamente único?

No lo sé.

Si la aceptación de uno mismo es el primer paso para la humildad, sin duda, no hay mayor signo de ésta que estar por encima de lo que digan los demás.

En ese caso, Dalí era un personaje humilde.

Si por el contrario sólo buscaba que hablasen de él a cualquier precio, estaremos ante un personaje con una total falta de seguridad en si mismo.

También pudiera ser que esta frase fuera obra de alguien que está por encima de las críticasy nada le afecta, permitiéndose no dar ninguna importancia a lo que la sociedad piense de él.

Pero, ¿y si fuese simplemente la frase de alguien que dice lo primero que le viene a la cabeza? Entonces somos nosotros los que, asumiendo que es un genio, intentamos dar sentido a todo lo que hace o dice.

En cualquier caso y jugando a ser Dalí, será el resultado de la interpretación que cada uno haga de esta frase.

Os invito a que durante todo un día, juguéis a entender todo aquello que pasa alrededor buscando una lógica distinta a la habitual. Mejor solo durante unas horas. ¡Es realmente demoledor!

Ya que todo es interpretable y nada es absoluto, los efectos serán totalmente distintos dependiendo de cómo interpretemos cada cosa que nos suceda, cada palabra que digamos o cada uno nuestros sentimientos.

“Hablen de MÍ, aunque sea para bien”.

¿Seríamos capaces de firmar esta frase?

O mejor aún, ¿seríamos capaces de soportar sus consecuencias?

La frase es muy buena para Dalí, pero solo será buena para nosotros si aprendemos algo de ella, si nos es útil.

¿Cómo adaptarías esta frase a ti mismo?

Os propongo otro juego. ¡Este es más sencillo! Son solo 5 preguntas.

1 – ¿Nos debe importar lo que digan de nosotros?

Es fácil decir que no, pero es difícil no buscar la aprobación social.

2 – ¿Nos importa la popularidad y que se hable de nosotros?

Una vez más, casi todos diríamos que no pero… ¿quién eras en el instituto? ¿Qué lugar ocupas en tu círculo de amigos? ¿Y en tu trabajo? ¿Te hubiera gustado ocupar otro? Sea cual sea tu respuesta, denota tu grado de popularidad.

3 – ¿Necesitamos estar en boca de los demás o no existimos?

Quizá en la era de las redes sociales todos buscamos cierto grado de notoriedad. ¡Quizá todos la tenemos ya! Popularidad es igual a existencia. Sobre todo a nivel profesional. Y ahora, vuelve a hacerte las preguntas 1, 2 y 3.

4 – ¿Y si hablaran de nosotros pero mal?

Nos guste o no, la seguridad en uno mismo depende de la visión que los demás tienen de nosotros. ¿Pero qué parcela de eso estás dispuesto a dejar en manos de los demás?

5 – ¿Qué somos capaces de hacer para conseguir que se hable de nosotros?

El fin lo justifica todo. Lo justifica casi todo. Justifica algunas cosas. Lo importante no es el fin sino el camino. ¿Cuál sería tu respuesta? Quizá Dalí diría que ninguna de las anteriores.

Os aseguro que si respondemos con tranquilidad y total sinceridad a estas preguntas, estaremos más cerca del “Genio de Cadaqués”.

“Hablen de mi, aunque sea para bien”.

Gracias Dalí, pero no!!!

Nunca

Nunca.

Limitante palabra.

El otro día vi de nuevo una película de James Bond: Nunca digas nunca jamás. El título siempre me pareció genial, un original juego de palabras lleno de enseñanzas. Muchas.

Pero si me permitís, hoy vamos a “destrozar” esta frase que hace referencia al actor Sean Connery, que en 1.971 dijo que nunca jamás volvería a interpretar al Agente 007.

Años después protagonizó este film.

El título nos enseña que nunca debes decir que no harás algo o que jamás te pasará esto o aquello porque al hacerlo, caeremos en el uso limitante del lenguaje.

NUNCA, SIEMPRE, TODOS, JAMÁS, CADA VEZ, NINGUNO, NADIE.

Son términos conocidos en Programación Neurolingüística (PNL) como cuantificadores universales dentro del metamodelo del lenguaje.

¡Tranquilos!

El empleo de estos términos da lugar a generalizaciones o exageraciones que excluyen cualquier otro tipo de oportunidad, excepción o alternativa.

Un ejemplo sencillo: no aprobamos un examen.

Si la generalizamos, estamos ampliando el ámbito real en la que se dio esta situación y se convertirá en: “Yo nunca apruebo los exámenes”.

Hacemos de una parte, el todo.

Con ello, generamos certezas negativas que se acabarán convirtiendo en creencias limitantes.

Le estamos diciendo a nuestra mente que, con total garantía, el suspenso se va a dar sí o sí.

Cuando utilizamos este tipo de palabras en sentido negativo, nos estamos cerrando a cualquier otra opción, oportunidad, salida o solución. Son vocablos que incluyen o excluyen en términos absolutos porque decidimos ignorar parte de nuestra experiencia pasada.

Seguro que hemos aprobado algún examen en nuestra vida, pero preferimos obviar esa experiencia positiva que podría generar en nuestro cerebro una certeza que nos daría valor.

Si no utilizamos lo que conocemos, pasaremos por alto situaciones pasadas que incluyen la solución o incluso son “esa excepción” que rompería la exagerada categorización de la experiencia que hemos señalado con un “nunca”.

  • Nunca tengo suerte.
  • Nunca me hacen caso.
  • Nunca pude salir con una chica.
  • Nuca apruebo.
  • Nunca consigo lo que quiero.

Este mal uso del idioma es tremendamente nocivo. Debemos evitarlo o al menos, ser conscientes de que lo estamos empleando porque todos lo hacemos más a menudo de lo que pensamos y todos conocemos a alguien que vive en “un limitante cuantificador universal”.

Como si perdiéramos el manejo de nuestra vida, los cuantificadores universales funcionan como palabras destino. Son auténticos “castradores de éxito”.

Pero, ¿como romper estas afirmaciones que no ofrecen posibilidades?

Es sencillo, utilizaremos la híper exageración, la excepción o el contraejemplo.

Nos preguntaremos: ¿Nunca, en toda mi vida, he aprobado nada?

Si estoy en cuarto curso, ¿cuántos exámenes he aprobado en los anteriores cursos? Todos los de primero, segundo y tercero.

Busca una excepción a esa afirmación y entonces analiza qué hiciste porque el resultado fue diferente: ¡APROBASTE!

Acabas de desmontar la realidad limitante que habías creado.

Ahora busca en la experiencia todo aquello que te ayudó: estudiaste todos los días, fuiste a clases particulares, repasabas con amigos el temario…

¡Ahora adapta todos estos recursos a la nueva situación y aplícalos!

Y si queremos decir que es difícil que aprobemos, digamos eso, y no otra cosa.

Aprendamos a usar el lenguaje de manera positiva y poco a poco, conseguiremos usar estas herramientas de forma automática.

Nunca.

Jamás, siempre, cada día, todo, nadie, ninguno, cada vez…

Ante estos términos, debemos ser agresivos porque, mal empleados, generan una limitación sin solución. Son categóricos y por eso vamos a fallar, vamos a suspender y vamos a hacer el ridículo.

Pero somos nosotros los que no hemos dejado posibilidad alguna de salir airosos de ese acontecimiento, aunque sea por suerte.

Hemos de buscar, si es necesario, el límite.

Cualquier excepción o exageración puede llevarse al absurdo para desmontar una creencia limitante e iniciar un nuevo camino. Aunque sea para dar un solo paso.

El lenguaje puede modificar el pensamiento y éste interviene en la forma de sentir y de hacer. Todo está relacionado.

Si nuestro lenguaje es limitante, seguramente es que pensamos así y en consecuencia, sentiremos así y actuaremos igual.

  • José: A mí nadie me hace caso nunca.
  • María: Te escucho. Y si te escucho es que algo de caso te hago. ¿No te parece?
  • José: Tal vez.
  • María: Luego tu afirmación, no es cierta.

Para modificar nuestro lenguaje debemos cuestionarnos si lo que decimos es cierto y nos ayuda, o por el contrario, sólo potencia en nosotros algunas creencias que nos limitan.

Pero hay herramientas para enfrentarse a esas creencias.

Recuerda: excepción, contraejemplo, y exageración de nuestra propia experiencia.

Amigos míos, nunca digamos nunca.

Jamás!!!

Facundo Cabral

– “¿Hay trabajo?”. Fue lo que Facundo Cabral preguntó a Eva Perón al saltarse el control presidencial con tan sólo nueve años de edad.

– “Por fin, alguien que pide trabajo y no limosna. Por supuesto que hay trabajo. Siempre hay trabajo”, le contestó Eva Perón.

Este hecho, cuenta el bueno de Facundo que cambió su vida y la de su familia. A partir de ese momento tuvieron techo y comida.

Cantautor, poeta, escritor, filósofo y libre pensador argentino. Fue mensajero de la Unesco.

Hombre de vida muy dura, abandonado por su padre junto a su madre y sus hermanos, pasó hambre, vivió en la calle y estuvo en la cárcel, donde aprendió a leer y escribir.

Se hizo famoso con la canción “No soy de aquí ni soy de allá” interpretada por grandes autores.

Siempre alardeó de no tener residencia fija, de no tener casa. Viajó a más de 160 países viviendo en hoteles, por lo que se definía como un “vagabundo first class”.

Murió asesinado por unos sicarios en Guatemala. Seguramente por error.

Os invito a que escuchéis alguna de sus entrevistas. Son una mezcla de filosofía vital y humor.

“Cuida el presente, porque en él vivirás el resto de tu vida.”

ANDWHAT!!!

Al leer la frase me acordé de una película que vi hace años: “El guerrero pacífico”. Se trata de un film repleto de frases y pensamientos que invitan a la reflexión. Recuerdo uno de ellos especialmente: “¿Dónde estás? Aquí; ¿Qué hora es? Ahora; ¿Quién eres? Este momento”.

Siempre es presente. No existe el pasado más allá de los que nos aportó, no existe el futuro más allá de lo que esperamos de él.

No hay espacio para la inacción, no hay momento para postergar, ni aliento que no tenga un objetivo que no sea respirar cada instante, no hay tiempo que perder, no hay sueño que retrasar, no hay nada que no podamos empezar ya.

Pensadlo, es así.

El pasado es experiencia.

El presente es acción y resolución.

El futuro es un maravilloso sueño.

Analiza el pasado y saca tus conclusiones; vive el presente y disfrútalo; imagina el futuro y sonríele.

Solo puedo deciros que cuidemos nuestro presente, porque en él viviremos el resto de nuestras vidas!!!

Resiliencia

Curiosa palabra: resiliencia.

Hay cientos de definiciones pero a mí me gusta decir que es la capacidad de aguantar sin caer derrotado y volver a intentarlo una y otra vez. Si pensamos un poco, la vida es “resiliencia”.

De hecho, la felicidad consiste en la capacidad del ser humano de aplicarla, de caer y levantarse. El hombre es, por destino, resiliente.

Vemos a menudo cómo hay personas que dominan el arte de rehacerse, de reinventarse ante la adversidad, de rebotar ante una experiencia difícil. Todo eso es resiliencia.

Pero no basta con pensar que me voy a levantar, no es suficiente con decirle a alguien que ha sufrido un duro golpe: “¡Sé resiliente!”. Todos hemos tenido miedo a las alturas o a los perros o al mar, y siempre hay alguien nos dice: “¡No tengas miedo!”.

Pero la resiliencia se entrena, se desarrolla, se trabaja y se potencia al margen de que una persona sea de naturaleza más o menos resiliente.

Os aseguro que es la vida lo que nos hace más o menos capaces de superar las adversidades.

Ahora bien; hay formas, herramientas, hábitos, habilidades que podemos desarrollar y que nos harán ser más fuertes y parecer indestructibles.

Desde ANDWORDS queremos contaros lo que pensamos de cada palabra que proponemos, sin categorizar, sin autoridad y sin poner en un altar nuestras reflexiones.

Es para vosotros y para que juntos pensemos y sobre todo, para que nos podamos beneficiar y encontrar la mejor manera de vivir.

Porque vivir consiste en la consecución de objetivos y la resolución de conflictos.

Pensadlo.

Todos luchamos para que se cumplan nuestros sueños y nos esforzamos para resolver los problemas que encontramos en el camino.

La resiliencia tiene mucho que ver con esto y aquí vamos a ver algunos aspectos que nos ayudarán a “levantarnos de la caída y aprender”.

El autoconomiento.

Es un elemento importante. Saber, al menos, con qué habilidades contamos, qué se nos da bien, cuáles son nuestras debilidades.

Planificar.

Trazar un plan es primordial. Nos ayuda a ver el problema y su posible solución de forma más objetiva.

Sí, seamos objetivos en ese momento tan duro.

Porque ser objetivo supone analizar el problema como un espectador.

Ser objetivo permite controlar las emociones.

Permite ver nuestro problema como un problema de matemáticas y así podremos mirar con perspectiva.

Y la perspectiva nos permite valorar el alcance, nos permite minimizar las consecuencias, analizar las salidas, asumir costes y al fin, establecer pequeñas metas.

Repito: pequeñas metas.

Porque no podemos solucionar un problema de un solo golpe.

En la mayoría de los casos, el establecimiento de pequeñas metas  asequibles y a corto plazo, nos permitirá no tener miedo de tomar decisiones.

Es imprescindible avanzar.

Empezar a caminar porque el camino se inicia con un primer paso y para dar este primer paso podemos buscar en nuestro “disco duro”.

Sí, nuestro pasado es nuestra gran biblioteca llena de soluciones y también llena de malos momentos. Y es ahí donde podemos empezar a buscar.

Identifica un momento malo del que saliste airoso, observa cómo empezaste a encontrar la solución y aplícalo a éste.

Con calma, busca en los libros, las webs, pide ayuda a formadores, a expertos, a personas de tu confianza.

Lee las biografías de personas increíbles que mostraron al mundo lo que es la resiliencia: Nelson Mandela, Frida Kahlo, Stephen Hopkins y cientos de hombres y mujeres que nos acercan sus vidas con tan sólo encender un ordenador o comprar un libro. Ellos son maestros increíbles que nos hablan, que nos enseñan  “cómo hacer”.

Son personas  ejemplo.

Y desahógate.

¡Sí, hazlo!

Siente tus emociones.

No las reprimas.

¡Y no te hagas esclavo de ellas!

Aprende a sublimar.

Curioso término para dar escape a lo que muchas veces llevamos dentro. Una acepción que me encanta: transformar nuestros impulsos instintivos en actos más aceptados, más suaves, menos dramáticos.

Busca algo que te guste: la fotografía, la pintura, la música, el deporte… ¡Y enfócate todo lo que puedas en esa faceta que te entusiasma!

Aprende a no identificar crisis con problemas insuperables.

No es lo mismo.

Siempre somos más que lo que nos acontece, siempre estamos por encima de cualquier hecho que nos afecte. A veces ganaremos, y otras pensaremos que hemos perdido. Siempre, en todas ellas, si nos tomamos el tiempo necesario y pensamos habremos aprendido.

Y en cualquier caso hay una frase:

Yo siempre puedo más!!!